Un sistema de control de presencia sería el equiparable al antiguo sistema de fichaje mediante fichas, es decir, podríamos controlar a qué hora y porqué motivo un trabajador ha accedido o salido de nuestra empresa.

 

Este sería el caso más simple, pero cuando combinamos el control de presencia con una gestión biométrica, por ejemplo, por reconocimiento facial o detección de huella dactilar, nos permite controlar también que una persona, a determinada hora, ha pasado por un sitio concreto, como por ejemplo, un servicio de limpieza que tiene que limpiar determinadas áreas en momentos concretos o un vigilante de seguridad al que queremos controlar que hace las rondas correspondientes a las horas convenidas.

 

La gestión biométrica nos asegura, además, que ese control lo ha hecho la persona debida, evitando las posibles suplantaciones cuando este control se hace por tarjetas RFID o cualquier otro método más antiguo.

 

Las posibilidades de los sistemas actuales nos permiten, además, controlar desde un mismo sitio varias ubicaciones distintas, sea en el mismo centro o, incluso, en centros distantes del nuestro, mediante acceso a través de conexiones de datos a los sistemas de control instalados en dichos centros.